Artículo: El portalito



Por Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el sábado 21/Dic/2013]

Cada mes tiene su olor en el Istmo de Tehuantepec. Marzo y/o abril huele a incienso, por la Semana Mayor. Junio huele a tierra mojada, por las primeras lluvias. Agosto huele a hierba, por el verdor en el campo debido a las copiosas tormentas. Octubre huele a cempasúchil, que ofrendamos a los muertos cuando nos visitan. Y un olor a pólvora inunda nuestros pueblos en diciembre.

Este mes es esperado con ansia por los pequeños, quienes, además de las vacaciones escolares, disfrutan de un ambiente de posadas, en que los dulces, las piñatas, los juegos y la alegría navideña están a la orden.

Los istmeños no festejamos tanto la Navidad (25 de diciembre). De hecho, para nosotros, es más importante la Noche Buena (24), en que acostamos al Niño Dios mediante las rezadoras o las pastorelas. El Año Nuevo también es motivo de magnas celebraciones.

Cuando era pequeño, los niños del Callejón de los Leones, y avenidas aledañas, salíamos de portalito, que es como llamábamos al hecho a recorrer las calles cada noche cargando un pequeño veliz o caja, que representaba el nacimiento de Jesucristo, para cantar en las casas que nos dieran posada.

Todas las noches eran de alegría, porque más de diez muchachitos nos dábamos cita para comenzar la caminata nocturna. “¿Va a querer Portalito?”, era el anuncio que uno de los nuestros hacía en los patios y puertas de los hogares juchitecos. En muchas ocasiones nos decían “para la otra”, pero cuando la respuesta era “entren”, nos poníamos felices y comenzábamos a cantar a todo pulmón. Después de algunos minutos en que, medio desentonados, habíamos terminado las rimas ―con uno de nosotros sosteniendo el portalito―, el dueño de la casa depositaba una pequeña cooperación en el modesto nacimiento, que guardábamos y contábamos al finalizar la jornada.

El rito duraba aproximadamente diez días, del 13 de diciembre al 23; y al concluir esta pequeña etapa de nuestras vidas, repartíamos lo que la gente hubiera cooperado. Entonces cada uno tendría posibilidades de adquirir los cohetes (o chiquitracas) y alguna ropa para estrenar el 31 que, cabe decir, era de las pocas ocasiones en que estrenábamos (la otra era en nuestros cumpleaños). 

El portalito es una de las costumbres decembrinas que está perdiéndose. A nivel nacional son pocas las regiones donde se lleva a cabo, y en el Istmo de Tehuantepec son cada vez menos los muchachitos que salen a dar aquéllos viejos y alegres recorridos…

Bloquear no debe ser opción

[Texto publicado en Enfoque Diario, el viernes 20/Dic/2013]

Gubidxa Guerrero 

Hace algunos días anunciamos el fallo de la Sala Regional, con sede en Xalapa, Veracruz, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) a favor de la candidata del PRI-PVEM Rosa Nidia Villalobos para la presidencia de Salina Cruz.

Fui de los que sintió extrañeza por el dictamen que ratificaba, en lo esencial, el pronunciamiento del Tribunal Estatal Electoral que anuló diversas casillas que terminaron revirtiendo la victoria que Mariano Vicente, candidato del Partido Nueva Alianza (Panal), había obtenido en las urnas.

Todavía falta que la Sala Superior dé su sentencia, ante la solicitud de reconsideración que presentó el Panal para que le sea devuelto el triunfo al “médico de los pobres”. Es decir, no están agotadas las instancias que podrían dar una solución digna al problema que está poniendo en riesgo la estabilidad de esta importante ciudad porteña.

Sin embargo, antes de que la máxima autoridad en la materia se pronuncie, algunos seguidores de Mariano Vicente (ignoro si con el aval de éste) decidieron bloquear la carretera Salina Cruz-Tehuantepec, afectando a miles de habitantes que transitan diariamente por dicha vía. Con ese bloqueo, la causa pierde popularidad entre un sector que simpatiza con el doctor; ya que afectando a ciudadanos inocentes no es como se logrará que la Sala Superior se conduzca con justicia. Por el contrario, da un mensaje de ingobernabilidad a las autoridades y a la sociedad en general, pues ¿cómo pretende ser alcalde de una importante ciudad quien bloquea su principal ruta de acceso terrestre? ¿Con qué autoridad moral podrá defender el derecho al libre tránsito de sus ciudadanos quien antes de erigirse en presidente municipal utiliza este medio de presión?

Considero una gran equivocación la actitud asumida por los seguidores de Mariano Vicente. Habrá quien señale los ejemplos de otros candidatos, como el de Unión Hidalgo, que optaron por este “método de lucha”. Y esa comparación será precisamente la muestra de que se está cometiendo un error, ya que se está actuando de la misma forma que los políticos tradicionales de quienes se querían diferenciar.

Bloquear no debe ser opción. Menos todavía cuando quedan instancias a qué recurrir. El asunto está todavía en tribunales y es preciso esperar el fallo. Hasta no tener una negativa rotunda, hasta no ver cerradas todas las puertas institucionales, no debe pensarse en actos de protesta. Y si llegare el caso de que éstos deban realizarse, tendrán que cuidarse las formas para no ganarse de enemigos a quienes lo apoyaron con la confianza en las urnas.

Los ciudadanos inocentes no deben pagar por los arreglos políticos ni por las injusticias de otros. Debe imperar la prudencia y la firmeza, pero sin dañar al prójimo. 

Sembrando el divisionismo…

Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el jueves 19/Dic/2013]

Los proyectos eólicos en la planicie costera de la región istmeña están a toda marcha. Con algunos problemas han logrado instalar cientos de torres generadoras de energía eléctrica, principalmente con capital extranjero.

Uno de estos “problemas” se llama Álvaro Obregón (o Guixhi ro’, en idioma zapoteco, que significa ‘monte grande’), agencia municipal de Juchitán, donde campesinos y pescadores se opusieron a la instalación del parque auspiciado por Mareña Renovables en terrenos de San Dionisio del Mar, pueblo huave colindante con Chicapa de Castro. 

Pese a las garantías del gobierno, la empresa tuvo que retirarse por la presión internacional y para evitar derramamiento de sangre. Esta “victoria” de los activistas antieólicos dio nuevos bríos a su causa, que permitió que en la Séptima Sección de Juchitán se creara un movimiento de oposición a un parque que se está levantando en las inmediaciones.

El tema ha cobrado más o menos relevancia, dependiendo el momento político del que hablemos. Recientemente supimos de la visita de algunos funcionarios de la Unión Europea que acudieron a las obras de Bi Hioxho, al poniente de Juchitán, donde además de corroborar que la zona se encuentra en la ruta ancestral de procesión de la Santa Cruz Guzebenda, también verificaron que se ha afectado al menos un pozo de agua, tal como dio a conocer un diario de circulación nacional.

Ahora, lo preocupante es el divisionismo que parece estar aumentando entre los mismos habitantes de Juchitán. Por un lado, un sector de pobladores de Álvaro Obregón (agencia municipal fundada hace aproximadamente ochenta años por soldados juchitecos bajo el mando de Heliodoro Charis Castro) opuestos al proyecto eólico de Mareña Renovables declaró que impedirá la pesca a habitantes de la Séptima Sección de Juchitán por, supuestamente, haber éstos aceptado apoyos de empresas eólicas para sus faenas diarias, tales como motores y/o lanchas.

Resulta alarmante que en aras de un idealismo mal entendido, se confronten los zapotecas de dos núcleos poblacionales que se dedican a la misma actividad; ya que la respuesta de quienes se sintieron agredidos fue inmediata, impidiendo la entrada de vehículos provenientes de Álvaro Obregón a la cabecera municipal.

Los grandes perdedores en esta disputa serán los mismos juchitecos, independientemente del grupo al que pertenezcan. Los ganadores indudables serán los políticos mañosos y las grandes empresas transnacionales, que seguirán haciendo de las suyas mientras los zapotecas se pelean. ¡Digamos no a la violencia entre hermanos! 

Juchitán, entre pavimentación y desgobierno

Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el miércoles 18/Dic/2013]

Está a punto de finalizar la administración de Daniel Gurrión Matías en Juchitán. Con él se irá la oportunidad histórica que tuvo el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de reafirmarse en una ciudad zapoteca que se le comenzó a ir de las manos desde la década de los setentas (¡hace 40 años!), cuando las tropelías de los caciques de entonces, permitieron que un nuevo movimiento político tomara fuerza: la denominada COCEI.

Pero los rebeldes setenteros se convirtieron en los nuevos caciques y, repitiendo la estrategia del PRI postrevolucionario, los coceístas enarbolaron la bandera de lucha social sólo de manera aparente. El PRI siguió siendo el PRI: vertical, alejado de las necesidades del pueblo ―donde el compadrazgo importaba más que la militancia―, corrupto y servil de las autoridades superiores.

El desgaste de seis administraciones coceístas, sus divisiones internas, así como la buena imagen de que gozaba Daniel Gurrión, permitieron que el PRI recuperara la presidencia municipal luego de un buen lapso de tiempo (el gobierno de Héctor Matus fue bajo el modelo de ‘consejo municipal’, no como presidencia). Y con Daniel llegó la esperanza de que las cosas mejoraran.

Si bien, al principio de su administración, el alcalde mostró genuino interés por cambiar el rostro de la ciudad, bastaron pocos meses para que se percatara del complejo entramado de intereses en Juchitán, donde los grupos de poder, que pululan por doquier, hacen que la gobernabilidad sea casi imposible.

Pareció que Daniel Gurrión no quiso saber más de política y se dedicó de lleno a las obras públicas. Mientras se pavimentaban decenas de calles, explotaba el fenómeno de los mototaxis; a la vez que con ayuda del gobierno federal se construían o remodelaban parques públicos, se sucedían varios bloqueos carreteros por semana; mientras se construían canchas de fútbol rápido, se destruían vestigios centenarios, como la Capilla Lunes Santo, en Cheguigo Sur; y así por el estilo, impulsando constantemente la obra pública, pero descuidando la gobernabilidad. 

Como excusa siempre tuvimos el “yo no fui”, olvidándose que los funcionarios no sólo yerran por acción sino, sobre todo, por omisión. La delincuencia se disparó, y aunque el presidente no asaltó a nadie, tenía la responsabilidad de velar porque los índices de inseguridad disminuyeran en su demarcación. Y qué decir de las invasiones de terrenos o de los graves enfrentamientos por la construcción de los proyectos eólicos en la Séptima Sección o en Álvaro Obregón, agencia municipal de Juchitán. Por no hablar de las tomas del Palacio o la reciente invasión al Parque Central.

Juchitán es complicado y problemático. Todos lo sabemos. Como también estamos conscientes de que los caciques políticos siempre estarán listos para hundir más al pueblo, pues con el caos ellos ganan. Por eso la ciudad necesitaba de un gobierno que hiciera valer su autoridad para regir con orden y equidad. En lugar de eso, tuvo un eficiente empresario del ramo de la construcción.     

Si su servidor pudiera calificar la administración que finaliza, podría decir que fue el gobierno con mejores intenciones que tuvo el Istmo. Por desgracia, las intenciones no bastan.  

Caso Salina Cruz: también a la Sala Superior

La Justicia no siempre es imparcial
Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 17/Dic/2013]

Este lunes la Sala Regional, con sede en Xalapa, Veracruz, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ratificó la decisión del Tribunal Estatal Electoral, por lo que Rosa Nidia Villalobos (del PRI) sigue siendo alcaldesa electa de Salina Cruz. 

Por su parte, Mariano Vicente declaró que acudirá a la Sala Superior, en el Distrito Federal, para luchar por la victoria que le dieron los ciudadanos en las urnas “buscando siempre la justicia y la paz social”.

La decisión del tribunal colegiado fue peculiar ya que, a diferencia de muchos otros casos, no hubo unanimidad en su fallo. Mientras que “los magistrados Adín Antonio de León Gálvez y Juan Manuel Sánchez Macías, ponente del asunto, coincidieron en calificar como correcta la decisión del tribunal local de haber anulado la votación recibida en diversas casillas”, Octavio Ramos Ramos se pronunció en sentido distinto, defendiendo la voluntad de los ciudadanos que votaron en julio pasado a favor del Partido Nueva Alianza (Panal).

Tal como se anunció de manera oficial, una de las principales causales para anular las casillas en el puerto ―nulidad que revirtió el triunfo de Mariano Vicente― “fue la existencia de propaganda electoral de Nueva Alianza frente a la casilla durante la jornada electoral. Y en el caso de las casillas 695 B, 708 B, y 695C, por haberse conformado las mesas directivas de las mismas por integrantes de partidos políticos que contendieron en la elección y al haberse integrado por una funcionaria de mando superior del propio ayuntamiento de Salina Cruz”.

Lo anterior es sorprendente, dado que los partidos políticos que integraban dichas mesas directivas no eran del Panal (es decir, el favoritismo a favor del candidato estaría descartado). Y en cuanto la existencia de propaganda del Panal frente a la casilla, ¿acaso no hay ciudad en este país donde todos los partidos inunden de basura electoral las calles? Si una barda pintada el día de la elección con el logo del PRI, PAN o PRD fuera causal de nulidad, no habría comicios válidos…

Pero la Ley es la Ley. Y así como la Sala Regional ratificó, en lo esencial, el fallo del Tribunal Estatal Electoral, Mariano Vicente y su equipo tienen la alternativa de acudir a la Sala Superior para hacerse escuchar y demandar la ‘reconsideración’ puntual de su caso. La importancia de Salina Cruz lo amerita.

Aunque más allá de tecnicismos jurídicos, me parece que el asunto de fondo es meramente político, y deja claro que la democracia sólo es válida para los grandes jugadores. Lo que el presente caso nos enseña es que si alguien surgido de la nada se atreve a desafiar a la partidocracia tradicional, difícilmente podrá salirse con la suya. Ahí estarán los tribunales listos para impedir, con las reglas en la mano (que casi siempre aplican ‘a modo’), la materialización de la voluntad popular. Faltaba más.   

La torpeza de la izquierda mexicana

Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el lunes 16/Dic/2013]

La semana inicia con la aprobación de la Reforma Energética en la mayoría de los congresos estatales del país, sin discusiones de fondo y entre quejas y protestas disminuidas.

La izquierda mexicana que se vistió de nacionalismo para abanderar la “defensa” del petróleo no tuvo mucho eco. De hecho, desde que arrancó el año y se firmó el famoso Pacto por México mucha gente vio al PRD como mera comparsa del nuevo régimen, por lo que pocos creyeron que en verdad fuera a tomarse en serio eso del “cerco” al Congreso.

Las paráfrasis insultantes de una diputada y el desnudo de un legislador no ayudaron mucho. Más bien otorgaron pretextos perfectos a los grandes medios informativos para mofarse del debate que proponían los diputados opositores a las nuevas reformas constitucionales. Si a eso sumamos que apenas algunas semanas antes el PRD y el PRI aprobaron conjuntamente la Reforma Fiscal, la confusión aumenta.

Los políticos pueden darse el lujo de ser cínicos, pero no torpes; por lo que me sorprendió sobremanera que justo en la semana que se votaría la reforma más importante de los últimos sexenios, al gobierno del Distrito Federal se le ocurriera aumentar la tarifa del Sistema del Transporte Colectivo Metro en más de un 60 por ciento.

La Ciudad de México es el principal bastión de la llamada izquierda mexicana. Sirvió de plataforma para construir las candidaturas de Cuauhtémoc Cárdenas en el 2000, de Andrés Manuel López Obrador en 2006, así como la precandidatura de Marcelo Ebrard en 2012. Es ahí donde se han impulsado los programas sociales más ambiciosos, que después han sido retomados por otros gobiernos, tales como el programa de útiles escolares gratuitos, el seguro médico universal, el apoyo a las madres solteras, el programa Prepa Sí, entre otros. Y en el ánimo de granjearse el apoyo popular se había mantenido un fuerte subsidio al transporte público que utilizan la mayoría de capitalinos diariamente.

¿Por qué, entonces, darse un tiro en el pie precisamente cuando la izquierda necesita posicionarse como una opción cercana a la gente? Para millones de personas poco enteradas de lo que se discute en ambas cámaras, fue mucho más grave el aumento a la tarifa del Metro que la aprobación de la Reforma Energética; ya que lo primero fue resentido en sus bolsillos de inmediato, mientras que lo otro llevará su tiempo.

Si Enrique Peña Nieto ha podido echar a andar su ambiciosa agenda de este año, se debe ―además de la habilidad de sus operadores políticos― a la torpeza de quienes deberían ser oposición, tanto en el PAN, pero sobre todo en el PRD. No sabemos qué tan bueno o malo pueda ser que un mandatario haya barrido con los obstáculos para impulsar su política. El tiempo lo dirá. 

De la solidaridad. Historias de Ta Jacinto Lexu VI

Iglesia de Mixtequilla
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el domingo 15/Dic/2013]

Mixtequilla es un pueblo bello. Un pequeño cerro ―desde el que se divisa la planicie costera― resguarda el lugar. A un lado transita apacible el Río Tehuantepec, que baja imponente desde Jalapa del Marqués. 

Cierta mañana caminaba Ta Jacinto Orozco, al que todos apodaban Lexu, por dicho pueblo. Había salido de San Blas Atempa durante la madrugada subiendo el ‘Portillo de San Antonio’ para bajar al centro de la ciudad de Tehuantepec. De ahí se encaminó hacia el Barrio de San Sebastián para enfilarse a las Labores que están a un costado, ya que entre sus huertas está el camino recto que va de Guizii a Mixtequilla, y que desemboca justo al centro de esta pintoresca población.

Cuando Ta Jacinto iba entrando vio cómo un muchacho cargaba penosamente un costal de elotes. “¿Adónde llevas esa pesada carga? ¿No tienes acaso un animal que haga el trabajo por ti?”, preguntó el hombre. “¡Ta Jacinto!, vengo del terreno de mi amigo. Estamos cosechando y me pidió ayudarlo”, dijo el joven, contento por saludar a nuestro personaje. “Qué bueno, muchacho. Es preciso que los amigos se apoyen, porque entre dos es más liviano el trabajo. Imagino que debe venir detrás de ti con una carga similar, si no es que va más adelante o se quedó trabajando allá”. Entonces, un tanto apenado, el joven respondió: “No precisamente, Ta Chintu. Mi amigo fue a Comitancillo, a una pequeña celebración”.

Ta Jacinto no dijo más y siguió su andar. Mientras visitaba a conocidos y amigos volvió a encontrarse al muchacho aquél: “Pero hombre, ¿sigues cargando redes de elote? ¡Sí que eres fuerte!, y tu amigo bastante afortunado por tener quien lo ayude con tanto esmero. Imagino que el compromiso que lo obligó a ir a Comitancillo es de suma importancia. Tal vez un bautizo del que fue padrino, quizás la boda de un familiar directo…” Y el muchacho, más avergonzado que la primera ocasión, dijo: “Nada de eso. Recibió invitación de otro amigo para una fiesta al que éste a su vez fue invitado. Pero bueno, Ta Jacinto, no quiero que piense usted mal; así sucede con los allegados; por lo que debemos ayudarnos en la medida de lo posible, en las buena y en las malas, ¿qué no?”.

Entonces Ta Chintu Lexu, con un poco de compasión hacia el muchacho, le habló por última vez: “Para hacer el bien o hacer el mal hay que tener juicio. De otra manera no sabrás si ayudas o perjudicas. Cuídate de no estar haciendo a tu amigo un gran daño volviéndolo flojo e irresponsable, porque esa clase de gente no es aceptada en ninguna parte. La solidaridad con tu amigo te obliga a apoyarlo en lo que éste, por causa justificada, no pueda realizar o requiera de ayuda. Pero si haces por él lo que está obligado a hacer y está en sus manos poder efectuar, no serás su amigo sino un tonto”.

Gusiguesa [Cosijoeza]: ‘Rayo de pedernal’

Los zapotecas somos celosos de nuestra historia
Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el sábado 14/Dic/2013] 

A los zapotecas del Istmo nos fascina la historia, especialmente en lo concerniente a nuestros últimos reyes. Como de memoria suele repetirse la versión “oficial” que dice que en la ciudad de Tehuantepec reinaron consecutivamente dos monarcas: Cosijoeza, quien desposó a Coyolicatzin ―emparentada directamente con los nobles de México-Tenochtitlan―, y el hijo de ambos Cosijopi, quien gobernaba el reino a la llegada de los españoles, siendo convertido a la religión católica adquiriendo el nombre de Don Juan Cortés.

Los binnizá apasionados con los datos bibliográficos, repiten insistentemente lo que escribieron personajes como Fray Francisco de Burgoa, el presbítero José Antonio Gay o Manuel Martínez Gracida. Por ello vemos como la mayoría de ensayos, libros o artículos escritos por aficionados utilizan a los antedichos como única fuente de información.

Sin embargo, existen una serie de documentos coloniales y prehispánicos que están aportando nuevos datos para el entendimiento de la compleja dinámica previa a la colonización castellana. Dichos documentos permiten escribir novedosas “versiones” de la historia nuestra.
El nombre de un monarca no es precisamente un dato trascendental, pero si consideramos que en el Istmo de Tehuantepec muchos niños, así como algunas instituciones educativas, se llaman Cosijoeza, podrán comprender mi afán por mostrar el significado.

Ya en otra ocasión escribí un texto al que denominé “Coyolicatzin se llamaba Quetzalcóatl”, en que, basándome en un documento de primera mano (los “Autos seguidos por doña Magdalena de Zúñiga, mujer que fue de don Juan Cortés, Cacique por sí como madre tutora y curadora de don Felipe Cortés su hijo, y los demás hermanos, contra el fiscal de su Majestad sobre la posesión de los indios, y otras estancias. 1567-1572”, transcrito por Michel R. Oudijk, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM), mostraba la “confusión” alrededor de dicho nombre. 

En cuanto al término Cosijoeza el asunto es más sencillo, pues es un nombre de origen zapoteco. Sin embargo no parece existir acuerdo en cuando a su significado. Como sucede con muchos términos antiguos en nuestra lengua, se aventuran hipótesis sobre las que no ahondaremos.

Teniendo como referencia el documento antedicho (los “Autos seguidos por doña Magdalena…”) podemos tener la certeza del significado y de la pronunciación actual de Cosijoeza, ya que en dicho texto el nombre fue traducido al idioma náhuatl, lo que nos permite hacer un ejercicio comparativo.

Un fragmento que aparece en el documento de más de 400 fojas, y que es la respuesta dada por cierto testigo, que conoció personalmente a los nobles zapotecas, ante las autoridades españolas en un proceso legal, dice lo siguiente:
Foja 166 v: “que conosçio a huizquiahuitl y a queçalcoatl su muger padre e madre del d[ic]ho don Juan cortes señores que fueron de la d[ic]ha villa e provinçia”.

El ‘Huizquiahuitl’ al que se refiere el documento, es Cosijoeza. ¿Qué significado tiene dicha palabra en náhuatl? ‘Lluvia de obsidiana’. Pero el nombre es más común de lo que solemos pensar, ya que así mismo [Cosijoeza] se llamaron antes, otros nobles zapotecas. En una tumba de Zaachila, por ejemplo, se encuentra escrito el nombre en caracteres prehispánicos. Representado por dos glifos: ‘Cosijo’ (‘Dios del rayo’ para los zapotecas, ‘Tlaloc’ o ‘Dios de la lluvia’ para los nahuas), y ‘Guesa’ (‘Pedernal’). Por tanto, el significado indiscutible del nombre es ‘Rayo de pedernal’ (para la lengua zapoteca) o ‘Lluvia de obsidiana’ (para la lengua náhuatl). 

¿Pero cómo se diría actualmente dicha palabra? La manera correcta de pronunciarla es Gusiguesa que significa ‘Rayo de pedernal’ (aquí cabria ejemplificar con el término ‘Ixtepec’, palabra de origen náhuatl que significa ‘Cerro de obsidiana’, y que en zapoteco se dice Danniguesa, ‘Cerro del pedernal’). 

Espero que el presente artículo enriquezca el bagaje de nuestra cultura, y sea de utilidad para los curiosos y apasionados de ella. No tuve otra misión cuando me fui a estudiar etnohistoria a la ciudad de México, hace más de 10 años, que poder aportar algo para el conocimiento de la historia de la nación zapoteca.